El renacer en territorio Maya
Un fin de ciclo es un motivo de celebración o una invitación a la reflexión serena y melancólica. Hoy estoy viviendo un fin en mi vida, no tan abrupto como los que he elegido vivir antes aunque igual
El fin es un comienzo
Un fin de ciclo es un motivo de celebración o una invitación a la reflexión serena y melancólica. Hoy estoy viviendo un fin en mi vida, no tan abrupto como los que he elegido vivir antes aunque igual de sobrio y expectante como los anteriores.
Hoy paso la última noche en Mérida, en Yucatán, en el departamento que me arropo y acompaño mi proceso de autoconocimiento. Proceso que se ha sentido cada vez más genuino y cada vez más elaborado al continuar conociendo sobre mí.
856 días, más de 20,000 horas, y puedo seguir con minutos y segundos como se acostumbra a hacer pero aprendí en este tiempo que, curiosamente, el tiempo es una herramienta que utilizamos para intentar medir vivencias, sentimientos y sensaciones que no sabemos poner en palabras.
¿Cuantos minutos de triunfo sentí?, ¿Cuantas horas lloré en silencio?, ¿Cuantos días viví enamorado?
El lugar
Esta ciudad fue un oasis, fue una escuela, fue muchas madres y un padre que me dio a entender que tengo cosas que hablar de hombre a hombre y corazón a corazón con el mío.
Este lugar fue donde aprendí que las cosas llegan por si solas y que uno aleja a las que piensa querer (pero no está listo para recibir). Aquí viví un duelo que, sentí por veces, lo llevo muy sereno (hasta de más). Un duelo que me hizo cimbrar por dentro al sentir que esto es todo lo que hay, que todo se termina porque ya comenzó. Que correr de uno no tiene sentido cuando terminas encontrándote a donde quiera que vayas.
El alma
En este lugar conocí más de mí a través de las mujeres. Encontré patrones, sentimientos y recuerdos que hoy en día estoy abrazando y dándoles la oportunidad de estar para saber si tienen que seguir conmigo o tienen que entender que ya no son útiles para el Rubén de hoy, para el de mañana.
Comprendí que lo místico, espiritual y científico no están peleados, son las limitantes en nuestra mente y alma las que buscan separar todo. Porque, ¿cómo pude un alma, la esencia, pelear contra ella misma?
Aprendí sobre como lo que hace mágico a los pueblos es poder respirar en ellos y hablar con sus personas. Que me gusta más el relleno negro que la cochinita. Que construyeron iglesias sobre los templos.
Que el Tolok es el guardián de las bardas y que, curiosamente, conocí a Chuy en la iglesia del pueblo. Que la cultura es su gente, sus tradiciones y que tanto comparten esta de corazón con todos. Que este es un paraíso pendiendo de un hilo, hilo que baila junto a una navaja llamada avaricia.
Conocí la meditación, el dolor de ser vulnerable, acompañado con la levedad de serlo. La oración como forma de conectar conmigo. La dualidad y singularidad universal. Que las almas a veces trascienden y algo a lo que no puedo poner nombre pero sé que existe te envía su amor de varias formas.
En forma de amigos, de parejas, de una decisión tajante por renunciar a un trabajo y comenzar a construir algo. En forma de dos gatos que llegaron porque así tenían que llegar, cada uno en su momento. Primero llegó Max, unos días después de comenzar ese duelo, después llegó Emil, en el momento en que comenzaba otra vez mi camino de descubrimiento personal.
Al maestro, con amor
Conocí a Hesse, Jung, Nietzsche, Krishnamurti, Watts. Conocí que me gusta leer, aprender sobre mí y escribir. Conocí sobre mi naturaleza y espíritu, sobre cómo la vida es un constante morir y renacer.
Aprendí sobre marketing y networking. Aprendí sobre el Tarot, sobre como soy muerte y resurrección, sobre vinos, sobre la ley del uno. Aprendí sobre mis apegos. Sobre como aprender a bajar a las personas de un pedestal imaginario y como el amor propio te levanta del suelo en donde construí mi morada a voluntad.
Aprendí a reconocer que vivir bajo la sombra de la expectativa y opiniones de otros es vivir a medias. Es querer jalar para un lado que no quieres, esperando que él tú que escondes por debajo jale para el otro.
Es entender que las sombra, las máscaras que utilizó y como me veo y me pienso conforman una comunidad de almas que conviven dentro de mí. Conocí a Rubén, lo sigo conociendo y quiero que él me conozca a mi también. Esta es mi tarea, mi misión en la vida. Que soy luz y sombra, que soy maestro y aprendiz, que esto no es llegar a una meta sino a ti.
“Se trata de tener la fuerza, la grandeza y la humildad de rendirnos ante lo que somos, pero sin nunca dejar de forjar la mejor versión que podemos llegar a ser.” —
Vuelan las golondrinas
Cierro este ciclo, esta etapa... y, ¿qué pasa si cambio el script?, ¿si me pongo un poco más profundo?. No se cierra nada, ni termina nada, hoy rompo el cascarón, hoy se rompe el mundo en el que tenía 34 años viviendo, hoy vuela el pájaro a un lugar donde el único mapa esta en su alma.
Mérida, Cholul, Chuburná, Yucatán, fueron parte de mi y yo de ustedes.
Hoy me doy la libertad de confiar en mí, de saber que me voy a equivocar una y otra vez pero que me tengo a mí como apoyo y me abrazo de ello. Que puedo estar tranquilo porque sé que todo lo bello y lo que todavía no encuentro hermoso, ya reside dentro de mí. Porque uno solo puede ver lo que lleva en sí, y hoy veo y siento más amor que cuando llegué a esta ciudad hace más de 800 días.
Hoy me tengo a mí aquí, allá, en donde sea que esté y vaya a estar, voy a ser. Yo soy ahora, yo soy Rubén.
Gracias ❤️