En el instante posterior al final de la vida nos encontramos con dios.
La luz, el paisaje, el entorno, todo es particular para quien lo vive (¿muere?) en ese instante.
Te acercas flotando, sin miedo, sin expectativas, todo eso quedó atrás. Lo ves con amor a la cara y te das cuenta que eres tú. Apenas y te reconoces, pero eres tú.
Dios te extiende sus brazos, sé funden en un abrazo y sientes amor absoluto.
Entiendes que Dios eres tú y que tanto o que tan poco lo reconoces es porque la versión de ti que vivió la vida a total plenitud es la que ves frente a ti en ese momento. Ese es Dios, tu vida en su máxima expresión.
Conviértete en Dios en vida, hazlo honor a tu religión con todos tus actos, con amor y con valentía. La mejor manera de predicar es hacer caso de tus propias escrituras, no correr del Evangelio y tratar de vivir de lo que otras deidades predican.
Vive hoy con el amor incondicional que vas a sentir cuando lo veas frente a ti y entiende que ese amor se lo puedes dar ahora mismo. Dáselo ahora.
Este sermón que no buscar serlo está lleno de creencias con las que todavía convivo hoy en día dentro de mí. Algunas se quedarán (porque así lo quiero) mientras otras las dejaré en algún lugar del camino que estoy recorriendo (porque es mi voluntad).
La iglesia, la ceremonia, las escrituras, la comunión, los pecados y la salvación. Todas y cada una de los elementos de esta religión van a ir cambiando como voy a ir cambiando yo. Conociendo más sobre mí, sobre quién soy, sobre la vida, sobre este planeta y sus personas, sobre el universo y sus misterios. Todo cambia, el creyente permanece hasta el último suspiro.
Toda la gloria y todo el amor para ti. Acepta esta ofrenda del corazón, recíbela, es para ti este amor. Aceptar este amor es a tu cielo, soltar lo que no es amor es la entrada a tu paraíso.
Esto es el monoteísmo, esta es la religión verdadera, la única. Eres tú
“Cuando me presente ante Dios al final de mi vida, espero no tener ni un ápice de talento desperdiciado y poder decir: «Usé todo lo que me diste»” — Erma Bombeck 1
Este texto fue inspirado por y su escrito “Sal con una chica que no lee”.